Llega la Navidad… Cristo renace en los corazones

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Llega la Navidad… Cristo renace en los corazones

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Llega la Navidad un año más, con la certeza de que Cristo renace en nuestros corazones para acercarnos al Padre Celestial.

Hemos dejado atrás un año dominado por la pandemia y sus secuelas: problemas económicos, dificultades laborales, enfermedades y otros obstáculos que nos recuerdan la finitud del ser humano y las limitaciones de nuestras sociedades. Parecía que el hombre podía dominar la naturaleza y estamos viendo que no es así, que hay circunstancias que se escapan a nuestro control y que por mucho que avanza la técnica siempre queda un resquicio que no se domina.

Y es aquí donde entra el sentido trascendente del ser humano: ¿cómo podemos afrontar las dificultades que nos rodean? Podemos dejarnos llevar por lo material y terminar con un sentido pesimista y negativo de la vida o podemos elevar nuestra mirada a lo que nos trasciende y depositar la confianza en Dios.

Las lecturas de la misa en la primera semana de Adviento van recordando los signos del final de los tiempos con descripciones apocalípticas de desolación y tribulación, para posteriormente resaltar la figura de Cristo victorioso que triunfa sobre el mal, abriendo las puertas de la eternidad. Cuando parece que todo está perdido, es el Señor quien viene ‘revestido de majestad’ para salvarnos.

Este es el sentido más profundo de la Navidad: celebrar el nacimiento del Hijo de Dios que viene a rescatarnos del mal y del pecado. Por eso es, ante todo <tiempo de esperanza y de ilusión, tiempo de renovación interior y de acercamiento al hondo misterio que constituye la encarnación del Hijo de Dios>, que nos recuerda un año más que las dificultades, los problemas, el mal en general, no tienen la última palabra cuando estamos cerca de Dios.

Por todo ello, Navidad es tiempo de alegría, de celebración, de encuentro con los seres queridos, de potenciar la vida familiar a ejemplo de la Sagrada Familia para descubrir los incontables dones que el Espíritu Santo nos tiene reservados a cada uno de nosotros. Es tiempo de fe y de esperanza, encarnada en un Niño que nace en un humilde portal, al que adoran los pastores y los Reyes Magos. Tiempo de amor y fraternidad para compartir lo que somos y tenemos. Tiempo de agradecer a Dios por el amor que ha mostrado con los hombres haciéndose uno como nosotros para acompañarnos en el camino de la vida.

Y como recordaba recientemente el Papa Francisco, el secreto para vivir intensamente la Navidad es estar vigilantes en la oración, comenzando con una sencilla frase: ‘Ven, Señor Jesús’.

Que esta Navidad sea el corazón de cada uno de nosotros, el pesebre donde nace el Niño Jesús para que irradie su bondad, alegría y paz en cada uno de sus hogares.

¡Feliz Navidad!

Autor:

José María Sierra – Capellán UTPL.

 

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