Cuando Bella Paredes era niña, sus días comenzaban con la agilidad de una voltereta y terminaban entre barras de equilibrio y música de fondo. La gimnasia fue su primer amor, pero el destino, con la torpeza de una caída mal medida, le torció el tobillo y le enderezó la vida hacia otro camino: el de las pesas. Y más adelante, el de la educación como proyecto de vida.

Hoy, con 23 años, ya no gira en el aire, pero ha aprendido a sostener el mundo —el suyo y el de muchos ecuatorianos— sobre sus hombros. Lo hace con una sonrisa, la espalda recta y una convicción que no se entrena: se forja.

De una lesión a un hallazgo

A los 13 años, le dijeron que ya no podría seguir practicando gimnasia artística. Lloró en silencio. Nadie le había advertido que crecer también podía doler. Entonces apareció Walter Llerena, figura clave del levantamiento de pesas en Ecuador, quien la observó, la evaluó y le propuso un nuevo desafío: pesas, hierro y fuerza.

En 2022, en un gimnasio de Heraklion (Grecia), Bella levantó 235 kilos, más de tres veces su peso corporal. El silencio del público estalló en aplausos: Ecuador tenía una nueva campeona mundial juvenil. El oro brillaba en su cuello, pero sus ojos no buscaban el podio: buscaban el cielo. Pensaba en su madre, en su abuela, en los días de soledad durante las concentraciones lejos de casa.

Un año después, en Arabia Saudita, repitió la hazaña con dos bronces en el Campeonato Mundial de Levantamiento de pesas Senior. Y con cada kilo levantado, parecía elevartambién la autoestima de un país acostumbrado a luchar desde abajo.

Una abogada en formación… con bíceps de campeona

Lo que hace extraordinaria la historia de Bella no es solo su fuerza, sino su equilibrio. Mientras entrena seis horas al día y representa a Ecuador en torneos internacionales, también estudia Derecho en la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL).

Gracias a una beca otorgada en convenio con el Ministerio del Deporte, puede continuar sus estudios con el mismo compromiso con el que carga una barra olímpica: sin titubeos.

“El Derecho fe una selección natural. De niña ya defendía a mis compañeros cuando había acoso para quien ejercía justicia en los patios de su escuela antes de aprenderse los artículos del Código Civil. Siempre he sido de las que pregunta: ¿por qué?, ¿qué está pasando? Cuando había bullying, salía como Superman a defender a todo el mundo”, cuenta entre risas.

Inspiración en casa y en el deporte

Cuando se le pregunta por sus referentes, no duda: “Mi mamá. Tiene dos títulos universitarios y viene de un lugar donde eso era casi imposible. Ella es mi inspiración”.

Y, claro, su entrenador: “Él nunca me dejó caer. Cuando yo decía que ya no quería seguir, él me repetía: ‘ya falta poco, ya casi terminas’”.

Aunque admite que hubo momentos en los que quiso rendirse, el tiempo le enseñó algo más importante: “Cuando empecé, sentía que cuatro años eran eternos. Pero el tiempo voló. Cuando me di cuenta, ya estaba en la tesis”.

La universidad a un mensaje de distancia

Bella no solo invita a otros deportistas a estudiar, también les muestra cómo hacerlo. Tiene claro que el futuro se construye con disciplina y decisiones firmes:

“La universidad está a un mensaje de distanciaSe puede escribir por Instagram o Facebook si no sabes cómo empezar. He visto como algunas compañeras retomaron sus estudios gracias a ese primer paso”.

Bella levanta pesas, sí, pero también levanta la esperanza. Eleva el orgullo y refuerza la certeza de que sí se puede, aunque cueste, aunque duela, aunque todo empiece con un ‘no’ antes de encontrar el camino. Ella es, al mismo tiempo, la atleta y la abogada, la hija y la heroína, la mujer que cada día se sube a la plataforma para demostrar que ser fuerte también es un acto de amor.

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