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Ser mediador se ha convertido en una tendencia. Se trata de una especialización de la abogacía en donde tomar una parte en el conflicto no existe; sino que busca resolverlo de una manera más “pacífica”.
Cada vez más abogados tienden a especializarse en mediación y resolución de conflictos. También hay subespecialidades: mediadores familiares, mediadores lícitos, mediadores privados, entre otros. Los objetivos fundamentales de estos profesionales, a diferencia a los abogados, son los siguientes:
Un mediador prepara un ambiente seguro y de confianza para que las partes puedan llegar a un punto medio de discusión; mientras que un abogado toma parte en el conflicto y actúa para hacer que su cliente gane el mismo y obtenga una compensación por ello.
El mediador busca acuerdos consensuados para beneficio de todos; mientras que el abogado intenta hacer que su defendido gane el conflicto y adquiera sus propias regalías de conciliación.
La conciliación es la esencia del mediador y el convertir el conflicto hacia una visión positiva y necesaria de convivencia. Un abogado intenta resolver el conflicto en su parte del mismo, ganar con sus argumentos y defender o hacer cumplir la legislación del país donde se desenvuelve.
Un mediador no otorga soluciones no es un juez, otorga argumentos que contribuyen a que las partes del conflicto solucionen sus propios problemas. Mientras que un abogado se rige a la opinión de un juez y trabaja para convencer al mismo de la veracidad o la garantía de que su representado es quien debería ganar el conflicto.
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