UTPL consolida liderazgo en Ecuador con reconocimiento en investigación interdisciplinaria


Las primeras luces de diciembre encendieron en el campus universitario una atmósfera mágica, transformándolo en un cálido punto de encuentro que convocó a familias, estudiantes y visitantes. El ritmo habitual de la academia se disolvió en una melodía festiva, mientras los pasos de los asistentes se mezclaban con cantos y risas. Ver a los niños correr entre las decoraciones brillantes y a los adultos detenerse a contemplar la belleza del entorno, era asistir al inicio de una temporada que nos llama a compartir la alegría y a vivir el humanismo.
Bajo el nombre de Noches Mágicas, la universidad desplegó un abanico de experiencias que entrelazó música, reflexión, dinámicas familiares y un recorrido por instalaciones diseñadas con ilusión. Desde el primer instante, la UTPL asumió el papel de anfitriona, articulando una vivencia que abrazó a la ciudadanía y a su comunidad universitaria. De este modo, la institución no solo organizó encuentros, sino que propuso un modo profundo de vivir el espíritu de la Navidad mediante la participación y la unión colectiva.
A lo largo del recorrido, los asistentes se encontraron con estaciones llenas de vida: música en vivo, coros que elevaban el alma e intervenciones artísticas que despertaban sorpresa. Para quienes buscaban un momento de recogimiento, la capilla ofrecía un remanso de oración y reflexión, mientras que otros se dejaban envolver por la majestuosidad del concierto sinfónico. Esta diversidad de opciones respondía a un propósito mayor: ofrecer una vivencia amplia que permitiera conectar lo espiritual, lo cultural y lo comunitario, reconociendo la riqueza de cada persona en la celebración.

La presencia institucional se sintió con especial fuerza durante el acto central, con el emotivo mensaje del rector Santiago Acosta Aide, quien vinculó el sentido profundo del encuentro con la misión de la universidad. Señaló que la celebración reunía a docentes, administrativos, estudiantes, y sus familias, destacando que el evento mostraba a la comunidad universitaria como una gran familia que quiere celebrar unida la Navidad. Subrayó, además, que la alegría compartida debía extenderse a los hogares, los barrios y a toda la ciudad de Loja, invitándonos a vivir la temporada con un renovado sentido de cercanía y afecto.
El rector recordó que el misterio del nacimiento es una invitación a acoger a un Dios que quiere hacerse presente en nuestras vidas, trayéndonos los invaluables dones de la paz, la fraternidad, la alegría y la solidaridad. Enfatizó que esta luz interior debía guiarnos en los días venideros y agradeció el esfuerzo de todos los que hicieron posible la programación: desde los grupos de danza hasta los equipos logísticos y voluntarios. Sus palabras, resonando en el corazón de los presentes, otorgaron un hilo conductor que situó la celebración en un marco de profundo sentido espiritual.
Las reacciones de los asistentes confirmaron que la experiencia se había logrado convertirse en un encuentro genuinamente participativo. Familias enteras recorrieron los espacios, compartiendo impresiones sobre el montaje; muchos destacaron cómo la ambientación generó una cercanía espontánea, incluso entre desconocidos. Para otros, la combinación de actividades de reflexión y un programa artístico vibrante creó una vivencia equilibrada, capaz de conectar la tradición con la vida cotidiana.
Testimonio como el de Andrea Maldonado Sánchez: “Me pareció un ambiente super familiar, super amigable y muy acogedor; a pesar de la noche fría todo invita a sentirse cálido, como en casa”, reflejaron el valor de estos encuentros, que permiten descubrir la misión de la universidad al vincularse con la comunidad durante esta época especial.

La coordinación de estas jornadas fue un ejemplo de trabajo articulado y solidario, donde convergieron estudiantes voluntarios, personal administrativo y agrupaciones musicales locales. Esta logística permitió una programación continua y fluida que sostuvo la calidez del ambiente durante las dos noches. La dimensión solidaria, esencial en el espíritu navideño, se reflejó también en campañas de recolección y apoyo, reforzando el sentido colaborativo de la convocatoria. La experiencia demostró que la celebración va más allá de la contemplación: promueve gestos concretos de acompañamiento a la ciudad.
Al concluir las jornadas, la sensación compartida fue la de haber construido un espacio significativo y memorable para inaugurar la temporada. El campus, convertido en un escenario, fue el lugar donde convergieron la música que alegra, la reflexión que nutre, la tradición que une y la participación social que compromete. La UTPL ofreció una propuesta que integró celebración y compromiso, proyectándose más allá de sus límites y conectando con el corazón de la ciudadanía en un momento del año que invita a la memoria, la convivencia y el sentido de una comunidad.




