Viviendo la Navidad desde la fe católica y el espíritu misional


En el mundo corporativo contemporáneo, los indicadores de rentabilidad y eficiencia operativa suelen ocupar los titulares y definir el éxito organizacional. Durante décadas, la narrativa del crecimiento se ha construido sobre gráficos de rendimiento financiero y cuotas de mercado. Sin embargo, una corriente transformadora, respaldada por evidencia científica, gana terreno al demostrar que, detrás de los números más sólidos, existe un activo igualmente poderoso y, a menudo, intangible: una cultura de confianza, presente tanto en empresas como en universidades. Este paradigma plantea una reflexión profunda: ¿cómo se traduce el cuidado de las personas y la calidad del ambiente laboral en ventajas competitivas sostenibles y en un auténtico sentido de pertenencia?
La UTPL encarna esta evolución en el ámbito académico ecuatoriano al convertirse en la primera universidad del país en obtener la certificación Great Place to Work. Más que un reconocimiento, este logro evidencia un estilo de gestión basado en una convicción humanista que se traduce en prácticas concretas: acompañamiento integral, programas de bienestar, procesos transparentes de desarrollo profesional y servicios que reducen barreras operativas. La certificación, basada en la encuesta Trust Index, valida que estas acciones no son iniciativas aisladas, sino un sistema cultural que fortalece la confianza, mejora la experiencia del colaborador y se refleja directamente en la calidad del servicio educativo. Como señaló María Pía Zambrano, representante de Great Place to Work en Ecuador, el reconocimiento pone al ser humano en el centro, como estrategia.

El camino hacia esta distinción requirió un proceso minucioso centrado en la voz de los colaboradores. Para la UTPL, este enfoque se materializa en múltiples programas que trascienden la normativa y abordan necesidades reales. Entre ellos se destacan el acompañamiento emocional y administrativo, el soporte económico en salud mental, el plan anual de salud preventiva, la conciliación trabajo–familia a través de modalidades flexibles, y el emblemático proyecto Horizontes Dorados, que acompaña a quienes están próximos a la jubilación. También sobresalen beneficios que fortalecen la estabilidad y el bienestar cotidiano, como guarderías, salas de lactancia, transporte institucional, seguros médicos, becas universitarias y la automatización del 95% de los procesos de recursos humanos. Todo ello conforma un ecosistema en el que el bienestar no es un complemento, sino un pilar de la excelencia académica y operativa. El liderazgo cumple un papel esencial en esta cultura.
El rector, Santiago Acosta Aidé, fundamenta este enfoque en la identidad de la institución: “La UTPL es una universidad católica que tiene un proyecto humanista. Aspiramos a la verdad, a la unidad del saber para el desarrollo integral de las personas y la promoción del bien común”.
Esta visión se refleja no solo en discursos, sino en decisiones estratégicas que priorizan la dignidad humana y un entorno donde las personas puedan trabajar, aprender y crecer con sentido.

La obtención de la certificación es considerada como un punto de partida. La directora de Recursos Humanos, María Rosa Romero, lo expresó claramente: “Este reconocimiento nos compromete a mantener nuestra línea de trabajo enfocada en el cuidado integral”.
En ese marco, también reconoció los desafíos propios del crecimiento institucional y la importancia de fortalecer vínculos, comunicar con mayor claridad y consolidar un liderazgo cada vez más cercano y coherente.
La vigencia anual del certificado refuerza esta visión de mejora continua. Como recordó el Dr. Acosta, se trata de un compromiso permanente que invita a no vivir de las rentas, sino a seguir construyendo un ambiente donde predominen la confianza, el respeto y la cooperación. Este enfoque convierte la cultura laboral en un proceso vivo, sostenido por toda la comunidad universitaria.
La experiencia de la UTPL demuestra que integrar el bienestar humano en la estrategia organizacional genera un círculo virtuoso. Las prácticas de cuidado, formación, reconocimiento y apoyo no solo elevan la satisfacción y el sentido de pertenencia, sino que fortalecen la innovación, la retención de talento y el cumplimiento de la misión institucional. El caso de la UTPL trasciende el contexto local y ofrece una visión clara del futuro: las organizaciones que impulsen culturas centradas en las personas serán aquellas capaces de construir legados sólidos, sostenibles y profundamente humanos.



