UTPL Alumni transforma la educación con innovación tecnológica


Cada diciembre la ciudad se transforma. Las luces, la música y las pequeñas ceremonias abren un espacio distinto, donde la rutina cede para dar paso a la memoria y a la convivencia. En medio de ese ambiente surge una pregunta que interpela no solo a creyentes, sino a toda persona que se detiene a observar lo que ocurre a su alrededor: ¿qué hace que la Navidad sea un tiempo capaz de unir lo que a veces se dispersa y de recordarnos que el encuentro puede convertirse en una forma de esperanza compartida? La respuesta no se limita a una fecha del calendario; nace, más bien, en la manera en que una comunidad transforma ese tiempo en experiencia católica.
Cuando la Navidad se vive desde la reflexión, y no se reduce a ornamentos o tradiciones aisladas, adquiere un sentido que involucra servicio y encuentro. En el ámbito universitario, esta época se convierte en una oportunidad para crear espacios donde convergen familias, estudiantes, docentes y ciudadanos. La programación navideña se construye con una intención clara: propiciar un ambiente comunitario que fortalezca vínculos y convoque a vivir el mensaje de manera colectiva. Cada actividad responde a una lógica que va más allá del festejo y que invita a mirar la Navidad como un camino de formación humana y espiritual.
Desde esa perspectiva, la UTPL asume diciembre como un período que dialoga directamente con su misión formativa y pastoral. Al ser una universidad inspirada en principios católicos, concibe la Navidad como una oportunidad para reflexionar sobre el nacimiento de Jesús y sobre lo que este acontecimiento suscita en la vida personal y comunitaria.
Tal como explica Milenny Soto Alvarado, especialista de Comunicación y Misionalidad, “la universidad concibe siempre a la Navidad como una fecha en la que recordamos el nacimiento del Niño Jesús, y por ello cada año se propone un lema oficial para celebrar estas festividades”. En esta ocasión, la institución remarca su mensaje desde la afirmación que lo inspira: Jesús, el don perfecto.

El desarrollo anual de la agenda navideña evidencia esa intención. La UTPL ha consolidado espacios abiertos para la comunidad como las Noches Mágicas, recorridos que invitan a la reflexión, actividades para la niñez, presentaciones corales, intervenciones artísticas y celebraciones litúrgicas que marcan el cierre del ciclo. Estos momentos se complementan con campañas solidarias orientadas a grupos vulnerables mediante apadrinamiento, entregas de alimentos, recolección de víveres y acciones de voluntariado. No se trata únicamente de entregar ayuda, sino de fomentar la participación directa de estudiantes, colaboradores y familias que deciden involucrarse con su aporte, su tiempo o su presencia.
Las palabras de Milenny profundizan en ese propósito al señalar que “la transformación inicia en lo cotidiano, en las aulas, en los equipos de trabajo, en las familias; un gesto, una palabra de aliento o un abrazo pueden convertirse en una forma concreta de vivir el mensaje de la Navidad”.
Esta afirmación refleja la orientación misional de la institución: la Navidad no es una idea abstracta, sino una experiencia que se construye cada día a partir de relaciones humanas sencillas y significativas. Por ello, cada lema elegido para la campaña anual resume un llamado específico, una frase que invita a reconocer el sentido espiritual del encuentro y a proyectarlo mediante acciones visibles.

A lo largo de los años, este proceso ha mantenido continuidad. Las celebraciones navideñas han permitido que la institución fortalezca su vínculo con la ciudadanía y amplíe el horizonte de su acción formativa. Los circuitos experienciales, las ferias, las dinámicas comunitarias y la apertura del campus a la ciudad son prácticas que buscan comprender la Navidad como un puente que conecta vida universitaria, fe y servicio. En este camino, la comunidad educativa no es únicamente espectadora: participa, propone, acompaña y colabora en la ejecución de cada iniciativa.
La presencia de la UTPL desde el inicio de cada planificación demuestra que la Navidad puede vivirse como un ejercicio educativo y espiritual. Cada diciembre se renueva la invitación a mirar al otro con respeto y empatía, a compartir los dones propios, a construir comunidad en lugar de dispersión. Así, la programación festiva se convierte en una oportunidad para recordar que el sentido de la Navidad no solamente radica en los elementos decorativos, sino en lo que ocurre entre las personas cuando deciden acompañarse y servir.
En ese contexto y a través de sus actividades y de su mensaje, la UTPL reafirma que la Navidad es un tiempo para reconocerse en el otro, para tejer comunidad y para asumir que la misión educativa también se construye con gestos sencillos, con escucha y con vínculo. Cada año se recoge lo aprendido y se proyecta lo que continúa. Navidad, entonces, se convierte en un hogar abierto, un espacio donde la formación y la fe se encuentran, recordándonos que el futuro también puede empezar con un abrazo.



