La chakana como puente hacia una educación inclusiva

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En muchos pueblos andinos, la geometría ha funcionado como un lenguaje para comprender la existencia y el vínculo entre la naturaleza y lo espiritual. Elementos como la figura de la chakana, presentes desde tiempos ancestrales, han articulado ciclos de vida, orientando el territorio y mantenido viva la memoria colectiva. En este marco, la cultura Saraguro encuentra en sus símbolos una manera de transmitir valores comunitarios y conocimiento ancestral, hoy reinterpretados en espacios contemporáneos como la Plaza de la Cultura. Allí, la interacción con el público se convierte en una vía para promover una educación inclusiva. La presencia de estos saberes dentro del Festival Internacional de Artes Vivas genera una experiencia inmersiva que permite a los visitantes reconocer cómo estas formas simbólicas siguen dialogando con la vida actual y las identidades de la región.

Frente a un stand de la UTPL, una familia se detiene. Varios estudiantes los reciben y explican cómo el símbolo ancestral de la chakana orienta los ciclos agrícolas, marcando los puntos cardinales y los meses del año. Lo que encuentran no es una muestra tradicional, sino una propuesta diseñada para acercar diversas formas de conocimiento al entorno académico y promover el intercambio cultural.

Este elemento simbólico se convirtió en el eje de la participación de la UTPL en el FIAVL 2025. En lugar de una exhibición convencional, la universidad presentó un circuito que podía experimentarse desde diferentes lenguajes. En el proyecto “Rikchari” (“despertar”), los visitantes ingresaban a un espacio concebido para la conexión con los cuatro elementos: agua, tierra, fuego y aire. La guía estuvo a cargo de sabios del pueblo Saraguro, quienes invitaban a descalzarse y desconectarse de los dispositivos electrónicos para favorecer una vivencia más profunda. Esta iniciativa formó parte de una propuesta mayor que unió ciencia, arte e innovación mediante dieciséis proyectos que demostraban el diálogo entre la creatividad y distintas áreas del conocimiento.

Chacana o chakana se traduce y convierte en "lo que se debe cruzar". Imagen: viajemosamachupicchu.com

La experiencia se fortaleció con la participación interdisciplinaria de varias carreras de la universidad. Estudiantes de Artes Visuales, Pedagogía de los Idiomas Nacionales y Extranjeros y Turismo apoyaron la mediación, atendieron a visitantes extranjeros y gestionaron la exposición de artesanías elaboradas con técnicas tradicionales. Esta colaboración permitió aplicar habilidades académicas en escenarios reales y establecer vínculos directos con los portadores de estas tradiciones.

En paralelo, el proyecto Sonidos del Pasado, dirigido por docentes de Artes Visuales, recuperó silbatos precolombinos de culturas como La Chorrera y La Tolita. En talleres abiertos, niños y jóvenes elaboraron sus propias réplicas, que luego eran horneadas y decoradas, articulando práctica manual con memoria histórica. Según la docente de la facultad en Ciencias Sociales, Educación y Humanidades, María Guajala Michay, esta actividad buscó revitalizar valores culturales mediante la reinterpretación del patrimonio en clave sonora actual.

La estrategia de la UTPL demuestra un modelo de vinculación en el que la universidad actúa como catalizador de diálogos culturales. Al generar espacios donde los símbolos se viven, estudian y recrean, la institución amplía su rol formativo. Este elemento ancestral, más que un detalle estético, funciona como herramienta pedagógica y de cohesión social, permitiendo que una tradición milenaria encuentre nuevas lecturas en el contexto actual. El trabajo realizado en el FIAVL evidencia la capacidad de la academia para propiciar encuentros entre distintos saberes y fortalecer tanto la formación estudiantil como el tejido cultural de la región.

Propuesta institucional UTPL en el Festival Internacional de Artes Vivas 2025

Este enfoque también se reflejó en la planificación del festival, donde la UTPL actuó como coorganizadora, articulando una agenda amplia que incluyó danza, teatro, conciertos y actividades académicas. Esta participación consolidó su papel como actor relevante en el desarrollo cultural de Loja, con capacidad de coordinar eventos de gran escala, integrando la formación con las artes escénicas.

El impacto va más allá del festival. Al trabajar junto a comunidades como la del pueblo Saraguro, la universidad impulsa procesos de investigación aplicada que enriquecen tanto la práctica educativa como el acervo cultural. Proyectos documentales y estudios derivados, como Ñan, el camino de Yachay, ampliarán el alcance de esta colaboración. Así, la UTPL consolida un modelo donde el símbolo ancestral opera como metáfora de una institución que construye puentes entre generaciones, entre academia y comunidad, entre tradición e innovación.

 

Desde la UTPL trabajamos en proyectos de vinculación que aportan al desarrollo sostenible.

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