Tras la pandemia, la educación afronta diversos desafíos para garantizar no solo el acceso de niños y jóvenes al sistema escolar, sino también lograr que puedan desarrollarse en entornos seguros y beneficiosos para su desarrollo personal.
Según datos del Banco Mundial y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), alrededor de 15 millones de niños y adolescentes en América Latina no van a la escuela; no obstante, para interpretar esta cifra no se puede hablar de deserción, sino de exclusión. Para los organismos internacionales, este grupo corresponde a estudiantes que el sistema no pudo mantener en clases y asegurar la continuidad de su formación.
En este contexto, Paola Carrera Herrera, docente de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), señala la importancia de implementar nuevos modelos pedagógicos y paradigmas educativos como una alternativa para procurar el bienestar de todos los actores que participan en el proceso de aprendizaje.
Para la catedrática, la educación tradicional se ha centrado en proveer herramientas y desarrollar estrategias para el crecimiento académico y profesional de cada persona; sin embargo, este paradigma se encuentra limitado al éxito y progreso del estudiante, dejando de lado otros aspectos relevantes como su desarrollo personal.
Bajo este escenario, la Educación Positiva surge como una propuesta innovadora que implica un gran cambio cultural, encaminando a los docentes a pensar en la educación desde una visión integral que involucra no solo el abordaje de aspectos académicos, sino de factores emocionales y sociales.
“Promover este tipo de modelos no solo favorece el rendimiento académico de los estudiantes, también estimula su capacidad para interactuar con su entorno y brinda mayores posibilidades de garantizar la permanencia de un estudiante en el sistema educativo”, explica Carrera.
Además, este nuevo paradigma se enfoca también en involucrar a la familia de cada estudiante en el proceso de enseñanza-aprendizaje como una forma de atender necesidades específicas; por ejemplo: los comportamientos no empáticos, la resolución de conflictos y la prevención primaria en torno a temas de salud mental.
Con este antecedente, la UTPL impulsa su maestría en Educación, en la que actualmente, los estudiantes de la primera cohorte implementan este tipo de alternativas pedagógicas.
Como parte de su formación, durante el ciclo octubre 2022 - febrero 2023, los maestrantes desarrollaron y ejecutaron proyectos orientados a implementar la Educación Positiva en más de 100 instituciones educativas a escala nacional, en las que participan como docentes.
Un gran número de proyectos todavía se encuentran vigentes y han permitido obtener resultados notables. Según relata Carrera, entre las principales conclusiones se destacó la mejora del ecosistema de aprendizaje en varios aspectos:
- Fortalecimiento de habilidades sociales: las propuestas de los maestrantes se enfocaron en reforzar valores como la autoestima, la empatía, la tolerancia, la honestidad y la resiliencia, a través de diversas actividades grupales.
- Cambio de mentalidad: en cerca del 95% de las instituciones académicas, se registró una transformación significativa en los entornos educativos. Las instituciones reportaron ambientes más seguros, participativos e incluyentes.
- Actualización del currículo: a raíz de los resultados se comenzó a discutir sobre la necesidad de innovar en torno a la malla curricular, para incluir temáticas como mediación y resolución de conflictos, así como fomentar el uso de técnicas del conocimiento de la diversidad y la meditación mindfulness.
Con este tipo de programas, la UTPL aspira a contribuir al desarrollo de una nueva cultura educativa que priorice el desarrollo integral de sus estudiantes. De esta forma, la universidad apuesta por fomentar propuestas que contribuyan al éxito académico de los estudiantes del país, en un contexto de bienestar y de realización personal.
Decide ser más
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