Ecuatoriana recibe reconocimiento internacional por su innovación en la enseñanza del inglés

En la era digital, las plataformas de video y audio han transformado la manera en que se accede a expresiones culturales, facilitando la difusión de músicas, danzas y relatos tradicionales a públicos globales. Sin embargo, esta misma dinámica plantea el desafío de preservar el contexto y la profundidad del folclore frente a formatos pensados para el consumo rápido.
Según datos de la UNESCO, casi la mitad de las lenguas del mundo, portadoras de gran parte de las tradiciones orales, podrían desaparecer antes de 2100. A la par, estudios del Observatorio de Cultura Digital señalan que el 72 % de los jóvenes consume contenidos culturales exclusivamente en redes sociales, y la mayoría están relacionados con música y danza de circulación masiva.
La digitalización ha abierto puertas, aunque a su vez también plantea riesgos. Por un lado, plataformas como TikTok, YouTube o Spotify permiten que músicas tradicionales de rincones remotos alcancen audiencias globales; por otro, existe el peligro de que estas manifestaciones se reduzcan a meras “piezas de consumo rápido”, despojadas de su contexto histórico, simbólico y comunitario.
Para Ecuador, un país reconocido por su diversidad cultural y sus 14 nacionalidades indígenas, el reto de preservar y transmitir las tradiciones sin diluirlas en la homogeneidad digital es mayor. Y para ello, las instituciones educativas son espacios clave de resistencia y reinvención cultural.
En este sentido, la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL) se suma a esta tarea, como explica Loreto Sáez Pezo, coordinadora de Gestión Cultural.
“La importancia del Día del Folclore, que se celebra cada 22 de agosto bajo el impulso de la UNESCO, radica en la preservación de la identidad cultural y el fortalecimiento de los lazos entre generaciones. Para nosotros es una oportunidad de conectar a los estudiantes con la música, la danza y las historias orales que forman parte de nuestro patrimonio”, sostiene.
Sáez subraya además que al encontrarnos en tiempos donde la vida cultural se consume mayoritariamente en formato digital, el papel de la universidad es crear espacios presenciales y formativos que fomenten esta conexión.
La UTPL ofrece becas culturales, tutorías especializadas y actividades de internacionalización para que sus estudiantes puedan conocer no solo el folclore ecuatoriano, sino también el de otros países.
“En festivales internacionales, nuestros grupos han aprendido de tradiciones italianas o francesas, y eso refuerza la idea de que todas las naciones tienen una raíz común”, apunta.
La clave está en la responsabilidad con la que se transmite el conocimiento. No basta con “folclorizar” comunidades indígenas a través de la danza, advierte, es necesario integrar su visión sobre cómo desean ser representadas, sus problemáticas y sus aspiraciones. En la UTPL, esto se materializa no solo en las presentaciones artísticas, sino también en diálogos interculturales y espacios donde las comunidades hablan en primera persona sobre su realidad.
El diálogo entre tradición y modernidad no se limita a los grupos de danza y música folclórica, otros elencos como coros, orquestas de cámara y grupos de teatro incorporan ritmos tradicionales en sus producciones multidisciplinarias y crean un puente creativo que permite que el folclore se integre en narrativas contemporáneas sin perder su esencia.
Los frutos de este trabajo se pueden visibilizar en la participación de los elencos en festivales internacionales, donde se ha requerido evaluaciones rigurosas por parte de organismos como el SIOC de la UNESCO, que validan la calidad artística y el respeto por las tradiciones. Para los estudiantes, la experiencia trasciende lo académico.
“Quien pasa cuatro o cinco años en un grupo de arte se lleva un conocimiento profundo de las comunidades y sus danzas, aprende a diferenciar ritmos y a valorar las tradiciones más importantes del país”, resume Sáez.
En vísperas de recibir a nuevos estudiantes, la UTPL abre sus elencos a quienes deseen desarrollar su talento, su identidad cultural, explorar espacios artísticos que, además de crear comunidad, fortalecen la memoria colectiva.