Desde el corazón de la Amazonía ecuatoriana, dos comunidades de la provincia de Morona Santiago han emprendido un camino hacia la sostenibilidad, al combinar investigación y protección de los recursos naturales. Este proyecto, iniciado en 2019 por la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), ha integrado la sabiduría ancestral con prácticas modernas de producción sostenible y ha culminado con la producción de un aceite vegetal de alta calidad.
El objetivo de este ambicioso proyecto fue realizar un inventario forestal, que permitió identificar las especies con mayor potencial económico y ecológico en la región. Este proceso involucró un trabajo conjunto entre las comunidades, técnicos y expertos forestales, quienes recorrieron extensas áreas de la selva amazónica hasta cumplir la meta. El enfoque del proyecto fue garantizar que las comunidades gestionasen y se beneficiaran directamente de sus recursos, mediante la generación de ingresos a la par de la preservación de su entorno natural.
Trabajo en territorio
Vladimir Morocho Zaragocín, docente de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UTPL, explicó que desde 2019 han trabajado con productos forestales no maderables. Durante este tiempo, se desarrollaron dos grandes proyectos en colaboración con docentes de diversas áreas y líneas de investigación. Los primeros resultados revelan que la mayoría de los habitantes utilizan estas especies tanto para la artesanía, la alimentación como para la elaboración de productos de la zona.
Según Vladimir, una vez en territorio, dialogaron con cada una de las comunidades involucradas para explicarles el proyecto y su alcance. Luego de que los representantes dieran su aprobación, realizaron el consentimiento libre, previo e informado. El estudio se llevó a cabo en algunas comunidades como Mashumarentza, donde se puede aprovechar el aceite vegetal de ungurahua y el morete; en Saapap-Entza y Setuch su fortaleza también es el aceite vegetal; y en Wisui, en cambio, el maní de árbol.
Todo depende de la cantidad de la especie para determinar si es viable su aprovechamiento, como en el caso del morete, que es común en la mayoría de las comunidades. También se identificaron otras especies como Mauritia flexuosa L.F., Oenocarpus bataua mart, Ocotea quixos, Caryodendron orinocense H. karst. Una vez identificadas las plantas, evaluaron la especie de interés para su aprovechamiento, producción, mercado y comercialización al considerar factores como el tamaño de la población, la tasa de producción, la cosecha, el transporte y el análisis costo-beneficio.
Después, procedieron a la implementación y construcción de las plantas extractoras de aceite, adaptadas a un plan de manejo específico para cada comunidad, ya que en cada zona predominan diferentes especies. La prioridad es la capacitación, para que todos los miembros puedan manejar cada etapa del proceso, desde la cosecha y recolección de datos, hasta el control y los aspectos técnicos de la elaboración.
El proyecto, por ahora, se desarrolló únicamente con dos comunidades: Mashumarentza y Saapap-Entza, de donde se obtiene el aceite vegetal del morete. Aquí el trabajo ha sido integral, diseñaron la planta de producción, mejoraron el sistema de agua para el consumo humano, colocaron paneles solares y un buen plan de manejo de desechos sólidos. Aquí se benefician más de 50 familias, pero la idea no queda ahí, ahora el trabajo es buscar mercados con empresas a nivel nacional para que el producto se expenda en las principales perchas ecuatorianas.
Finalmente, relató que existe un seguimiento y monitoreo de parte de las instituciones como la UTPL, MAATE, MAGAP y proyecto Socio Bosque. “La idea de los proyectos más allá de la investigación es que haya una vinculación con la sociedad, donde se haga realidad el apoyo a las comunidades de las zonas más lejanas. Aquí las mujeres juegan un papel importante, ya que participan con iniciativas, ideas y toma de decisiones”, agregó.