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La pandemia marcó un antes y un después en las dinámicas laborales, entre las cuales figuran la preferencia por el teletrabajo para asegurar el distanciamiento social, sin embargo, la mayoría de las empresas han retornado a la presencialidad adoptando esquemas cada vez más híbridos donde se combina el trabajo remoto con las labores en oficina. Ante este escenario, la seguridad laboral surge como un factor clave, no solo para mitigar los riesgos de contagio de covid-19, sino para garantizar el bienestar de los colaboradores en todas sus dimensiones.
Por ejemplo, en los últimos dos años, la salud mental de los trabajadores se convirtió en un factor de atención crítica dadas las largas jornadas por teletrabajo y el estrés propio de la pandemia, lo que incrementó los casos de agotamiento profesional. Por este motivo, desde el 1 enero de 2022, el síndrome de ‘burnout’ (o “trabajador quemado”) entró a formar parte de la nueva Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Para Edmundo Cabezas Heredia, docente investigador de la maestría en Seguridad Industrial, mención Prevención de Riesgos Laborales de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), esto responde a un nuevo desafío que enfrentan las empresas en materia de seguridad laboral: los negocios deben mirar más allá de las necesidades físicas básicas de sus equipos.
“El espacio de trabajo poscovid no puede ser solo una versión más segura de la clásica oficina; debe transformarse en un lugar que permita brindar acompañamiento psicológico y cuidar del bienestar emocional de cada colaborador”, explica el catedrático.
Antes de la pandemia, más del 40% de los ecuatorianos tenía problemas de salud mental vinculados con su situación laboral, y según un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) con la pandemia, ese indicador se disparó hasta el 55% en el último año, debido a factores como el temor al desempleo, el miedo al contagio por covid-19 o la angustia por obtener ingresos extra.
Para muchos empleadores, los fondos destinados a seguridad laboral son vistos como un “gasto innecesario”. No obstante, según explica Cabezas, este rubro debería ser visto como una inversión. Según estimaciones de la OIT, el incremento de problemas de salud mental en los trabajadores provocó una caída de más del 25% en la productividad nacional y generó pérdidas por USD 1,6 millones al día para Ecuador.
En este sentido, el docente detalla algunas recomendaciones para modernizar los espacios de trabajo acorde a la “nueva normalidad”:
Con este tipo de consideraciones, las compañías pueden evitar un gran número de accidentes y pérdida de trabajadores por crisis de índole psicológica. Aplicar esta serie de consejos, además, permitirá reducir los factores de riesgo que pueden existir en un ambiente de trabajo y minimizar las pérdidas de un negocio por caídas en la productividad o indemnizaciones laborales.
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