Emprendimiento sostenible en la industria de cosméticos y productos higiénicos

En muchas aulas de tecnología, laboratorios de innovación y espacios de desarrollo de software, las niñas aún son minoría. Una realidad que no es casual, sino el reflejo de estereotipos profundamente arraigados que alejan a las niñas de las Ciencias, la Tecnología, la Ingeniería y las Matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés), y especialmente del campo de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación).
Romper con esa barrera significa un acto de justicia, así como una necesidad urgente si queremos construir un futuro más equitativo, creativo e innovador. En un mundo donde el acceso al conocimiento digital marca la diferencia entre avanzar o quedar atrás, las niñas deben estar al centro de la transformación tecnológica.
Las razones son múltiples y empiezan temprano. Desde la infancia, a muchas niñas se les enseña que la tecnología “no es para ellas”. La representación en medios, la falta de referentes femeninos y un entorno educativo que aún favorece inconscientemente a los varones en estas áreas, perpetúan esta brecha, así lo sostiene Talia Tene Fernández, coordinadora general del Vicerrectorado de Investigación de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL).
Según datos de ONU Mujeres, menos del 30% de quienes investigan en el mundo son mujeres, y en áreas como programación o ingeniería, esa cifra es aún menor. En Ecuador, solo 1 de cada 5 estudiantes de carreras tecnológicas es mujer, lo que evidencia una brecha que sigue abierta.
La tecnología puede ser una herramienta de empoderamiento si se usa para construir y no para excluir. Por ello, es fundamental que las instituciones educativas, las universidades y las iniciativas públicas y privadas trabajen juntas para crear espacios seguros, inspiradores y accesibles donde las niñas puedan explorar, experimentar y liderar en el mundo digital.
En la UTPL, por ejemplo, se promueven actividades de divulgación científica y talleres para colegios, con el fin de acercar a más niñas a las carreras tecnológicas. Además, desde su modelo educativo basado en la innovación, se busca romper estereotipos y formar a las nuevas generaciones en igualdad de condiciones.
Cuando las niñas acceden a la tecnología y se sienten seguras para crear con ella, se abren caminos no solo para su desarrollo personal, sino para toda la sociedad. Se amplían las posibilidades de innovación con perspectiva diversa, se fortalecen las respuestas a los desafíos globales y se avanza hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible, como la igualdad y la educación de calidad.
No basta con abrir la puerta: hay que acompañar, motivar y reconocer. Porque detrás de cada niña que decide estudiar ingeniería, aprender a programar o liderar un proyecto digital, hay una comunidad entera que puede cambiar su destino.
“Es fundamental que motivemos a niñas y niños por igual a explorar sus intereses sin prejuicios, al ofrecerles herramientas como el hábito de la lectura y el aprendizaje de un segundo idioma, que son esenciales para abrir puertas en áreas científicas", agregó.
Aunque fechas como el Día Internacional de las Niñas en las TIC sirven para visibilizar la desigualdad, la transformación debe ser permanente. Se trata de una responsabilidad colectiva: familias, docentes, medios de comunicación, instituciones y gobiernos tienen roles clave para que ninguna niña se quede fuera del mundo digital.
Y es que, en realidad, no se trata solo de enseñar a usar la tecnología: se trata de confiar en que las niñas pueden —y deben— crearla.